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Las primeras veces siempre son importantes, y en muchos casos, también inolvidables, para bien o para mal. La falta de experiencia suele jugar malas pasadas en esas primeras interacciones, pero son imprescindibles para poder evolucionar y seguir creciendo. De hecho, las primeras veces se alargan durante toda la vida, porque siempre hay algo nuevo que hacer, algo nuevo que probar. Si bien es cierto que durante la infancia y la juventud, estas primeras veces son más abundantes por pura lógica temporal, la vida nos ofrece siempre opciones para seguir aprendiendo. Para reinventarnos y marcar nuevos objetivos, nuevos retos. Hacer algo por primera vez puede darnos incluso un poco de miedo al principio, pero sabemos que es un paso que debemos dar. Y en cuanto a la iniciación sexual, llena de hermosas primeras veces, esto es más importante que en ningún otro sector de la vida.

Llegados a cierto punto, nuestra propio biología nos sumerge en una espiral de cambios tanto físicos como mentales. El sexo se convierte en algo importante, imprescindible incluso, aunque sea de manera inocente al principio. Nos desarrollamos y vemos como el resto de compañeros y compañeras se desarrollan a nuestro alrededor. Empezamos a sentir un cosquilleo especial en el cuerpo, algo que nunca antes habíamos sentido. Y queremos experimentar hacia dónde nos lleva ese deseo tan nuevo y fascinante. La iniciación sexual es un proceso que suele darse al final de la infancia y principios de la adolescencia, aunque varía mucho según la persona. Su exposición a ciertos temas, su entorno familiar y de amistades, incluso su propia residencia, hacen que la situación cambie por completo. Porque no es lo mismo criarse en un pueblo pequeño y rural que una gran ciudad, tampoco a la hora de iniciarnos sexualmente. La parte teórica, a la que accedemos ya a través de Internet, es muy similar. De hecho, la red ha conseguido democratizar e igualar en cierta forma este tipo de experiencias para casi todo el mundo. Pero a la hora de la verdad, cuando pasamos a la acción, vivir en  una zona rural nos marcará por completo.

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Lugares muy especiales para crecer

Quien ha vivido siempre en la ciudad y solo ha pisado el pueblo de vacaciones o en un par de escapadas rurales de fin de semana no lo va entender. Crecer en un lugar como este te marca, para bien y para mal. Como decíamos, es cierto que Internet ha cambiado muchos las cosas, equiparando las situaciones urbanas y rurales. Se trata de una ventana al mundo que sin lugar a dudas nos permite aprovechar mucho mejor la información que nos llega. Los pueblos ya no son lo que eran hace unos treinta años, cuando salir de allí parecía una aventura. Sin embargo, los chicos y chicas que crecen en estas zonas rurales suelen tener otro tipo de actitud, mucho más segura ante la vida, mucho más empática. Todos se conocen, los niños de edades similares crecen juntos y estrechan vínculos… Y luego, cuando llegan a la edad de iniciación sexual, los cambios son más drásticos.

El sexo como paso a la adultez

Ocurre igual en cualquier cultura, desde aquellas que se han desarrollado en plena selva del Amazonas hasta los que han crecido por generaciones en el centro de Londres. El sexo es un paso definitivo hacia la adultez, una especie de rito iniciático que marca un punto de inflexión para dejar atrás nuestra infancia y buscar nuevos objetivos. De hecho, la iniciación sexual se da cada vez antes en la mayoría de países del mundo. Volvemos a acudir a Internet para explicar esto, ya que la red ha dado alcance a una gran cantidad de contenido adulto, de una manera muy sencilla. Así, los chicos empiezan a ver porno con apenas diez años, a veces incluso antes, y eso también les marca para ser más precoces a la hora de iniciar sus primeros escarceos sexuales.

Cierto es que en las zonas rurales, el tiempo que se pasa desde el primer beso o el hacer manitas hasta consumar una relación sexual completa puede ser mayor. Es una situación de pura lógica ya que no se cuenta con tanta variedad de compañeros o compañeras sexuales. Los mismos amigos con los que hemos crecido jugando son ahora nuestro objeto de deseo, y eso nos lleva a cambiar la actitud con respecto a ellos. Existe una confianza previa que, sin embargo, funciona muchas veces como barrera para llegar al sexo. Todos saben que es un paso que hay que dar, pero en muchas ocasiones, las inocentes relaciones de novios en la adolescencia se dilatan demasiado en el tiempo sin que el sexo haga acto de presencia. Muchos jóvenes, cansados de esta situación, buscan alternativas fuera del pueblo… o en lugares muy especiales.

Los prostíbulos, la alternativa habitual

La presencia de un prostíbulo en una zona cercana al pueblo, normalmente a las afueras, es algo tan real como costumbrista. Dependerá del país, por supuesto, pero en España, por ejemplo, este tipo de locales son toda una referencia, clandestinos en muchos casos, pero conocidos por todos en la población. Cualquier adulto sabe dónde está el prostíbulo y qué se hace allí. De hecho, en muchas ocasiones se hace la vista gorda porque casi todo el pueblo tiene algo que callar en este tipo de temas. La alternativa del sexo de pago también ha sido muy utilizada por los jóvenes de zonas rurales para tener su primera experiencia sexual completa, si llegaban a cierta edad sin haberlo conseguido.

La clientela de los burdeles rurales suele estar compuesta por hombres más maduros, normalmente casados, que van de vez en cuando al local a echar una canita al aire. También muchos visitantes y viajeros, como camioneros o repartidores, que van en ruta y necesitan un poco de diversión, una válvula de escape. Sin embargo, la tradición de acudir a uno de estos locales cuando se cumple la mayoría de edad sigue imponiéndose en muchos burdeles. Los propios padres acompañan a veces a sus hijos, para formar parte de ese rito de iniciación. Es algo que todavía no se ha perdido en muchas zonas rurales porque se entiende como parte de una tradición, alejada de cualquier tipo de connotación peyorativa.

Cómo Internet ha cambiado esta experiencia

Hace treinta años, las diferencias entre crecer en un pueblo rural y hacerlo en una ciudad eran mucho más marcadas. De hecho, ahora los pueblos cada vez están más abiertos al mundo, tanto a nivel geográfico y físico como a través de Internet. Hoy en día tenemos una ventana abierta a toda la información que queramos a través de un ordenador o de un teléfono móvil. Los jóvenes que crecen en estos ambientes ya no son tan diferentes con respecto a los de la ciudad, que en muchos casos están incluso más sobreprotegidos. La iniciación sexual de los jóvenes rurales también se ha visto afectada en este sentido. Ahora cuentan con más referencias, con más información, y eso también se nota.