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Los gatos son las mascotas favoritas de muchos, y es que aunque tienen fama de ser ariscos y menos cariñosos que los perros, lo cierto es que es imposible no empatizar con ellos, con lo monos que son, con su libertad y su forma de tratar con todo y con todos. Los gatos han sido considerados como criaturas celestiales y dioses en otras culturas, y han llegado a nuestros días como animales de compañía, aunque todavía se les puede encontrar también en muchas calles, habiendo sido normalmente abandonados por gente sin escrúpulos que no es capaz de entender que están jugando con la vida de un pobre e inocente a animal. Por eso son muchos los que adoptan a estos gatos callejeros y los educan para que puedan convivir con ellos. O al menos lo intentan.

Educar a los gatos no suele ser algo sencillo precisamente. Claro que dependerá del gato en sí, de nuestras mañas a la hora de enseñarle las cosas, etc… Pero su carácter juguetón y temperamental hace del gato un animal mucho más rebelde que el perro, en la mayoría de casos. Por eso es importante que, si queremos adoptar a un gato, nos hagamos con uno recién nacido, en cuanto pueda apartarse de su madre, para que desde bien pequeño podamos enseñarle el camino que tiene que seguir en la convivencia. Si se les deja a su aire, los gatos pueden destrozar muebles, arañar y morder a las personas… Comportamientos que desde luego son totalmente indeseables en un animal de compañía, y que pueden ser cambiados, sobre todo si los cogemos a tiempo y les educamos desde muy pequeños.

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La familiarización con el nuevo entorno

Nada más llegar a casa, el gato querrá conocerlo todo y explorar cada rincón. Es algo habitual, porque estos animales son muy aventureros y curiosos, sobre todo al principio. Pero al ser un gato muy pequeño, debemos tener mucho cuidado con él, porque todavía no tendrá tanta seguridad ni tanta agilidad para explorar por su cuenta. Iremos acostumbrándole a todos los recovecos de la casa, sobre todo al lugar donde lo vayamos a dejar más tiempo, donde pongamos su gatera. Debemos permitirle que poco a poco vaya explorando por su cuenta, para no perder esa libertad que los gatos siempre necesitan, y se vaya familiarizando con el terreno de su nuevo hogar. Si tenemos una casa grande, e incluso con  jardín, mejor que mejor, porque el gato podrá estar a su aire perfectamente en sitios así.

Aprender a usar el arenero

Una de las primeras cosas que debemos esforzarnos en enseñar a nuestro gatito es a utilizar el arenero, para que no vaya haciendo sus necesidades por cualquier lugar. Está claro que costará, porque con los perros es exactamente igual, pero es cierto que los gatos pueden tener más inteligencia en este sentido, y aprender más rápido dónde pueden y donde no pueden hacer sus cosas. Acostumbrarle a ir al arenero es vital para evitar que la casa se llene de malos olores. Debemos ponérselo fácil, colocando el arenero en un lugar accesible y sencillo al que pueda llegar bien después de una sesión de juegos por ejemplo. A veces los gatos, por pura tendencia propia, obvian el arenero y acuden siempre a otro lugar a hacer sus necesidades. Si esto ocurre, también podemos cambiar el arenero de lugar y ponerlo allí.

Ni mordiscos ni arañazos

Los mordiscos y arañazos son muy indeseables en los gatos, y aunque forman parte de su propia forma de ser, de su temperamento, debemos tratar de educarles desde bien  jovencitos para que eviten morder y arañar de forma violenta. Esto lo conseguiremos primero jugando con él y mostrándole los límites que hay. Si nos muerde o araña a menudo, se lo haremos saber con palabras rotundas y órdenes. El gato lo entenderá y poco a poco dejará de hacerlo. Debemos acostumbrarle también a que haga lo mismo con los extraños, para evitar que cualquier persona que llegue a casa esté en peligro de recibir un zarpazo. Existen rascadores y otros juguetes que pueden ser muy adecuados para conseguir que el gato temple toda su agresividad en ellos en lugar de hacerlo contra nosotros o contra los muebles, algo también bastante desagradable.

Cómo hacer que el gato duerma solo

Hay gente a la que no le importa dormir con sus gatos, e incluso disfruta de esa compañía nocturna. Sin embargo, esto puede llegar a ser también contraproducente, puesto que los gatos deben acostumbrarse a estar solos, por ejemplo, si nos vamos durante un tiempo y no podemos dormir con ellos todas las noches. No debemos malacostumbrarles a que entren en la habitación cuando quieran para dormir, puesto que si les hacemos caso estaremos a su merced, y tendremos que despertarnos cada dos por tres para abrirles la puerta o cerrarla, para dejarles salir o entrar. Hemos de premiar al gato cada vez que duerma en su espacio, haciéndole entender que eso es lo que está bien, ese es su territorio, y el nuestro es para nosotros.

Estímulos y juegos

Desde pequeños, los gatos son animales tremendamente curiosos y siempre están buscando nuevas experiencias. Aventureros por naturaleza, necesitan descargar toda esa adrenalina y esas ganas de jugar que llevan dentro. Para hacerlo, lo mejor es jugar con ellos. Agradecen mucho esos juegos y nos los pedirán cada poco tiempo, porque para ellos supone un auténtico entretenimiento. Los estímulos que debemos generar en el gato son los de mansedumbre cuando estemos con él, pero tampoco debemos coartarle demasiado hasta convertirlo en una figura de escayola, por supuesto. Cuando tenga ya más confianza seguro que hará alguna que otra escapada fuera de casa, pero siempre volverá, sabiendo que ese es su hogar y que nosotros lo estamos esperando.